Empate trabajado del Aretxabaleta ante un Zarautz que puso
las cosas difíciles a los de Vélez de Mendizábal. Esta vez el entrenador alavés
puso en liza a Iker, García, Mikel, Arri, Markel, Piru, Eraña, Ander, Sánchez,
Zaitegi y Arizmendi. En la primera parte fue el equipo visitante el que
sorprendió a la UDA, que tenía que reaccionar llegando en desventaja al
descanso.
En la segunda mitad, rondando el cuarto de hora de juego,
Urtzi sacó un disparo de fuera del área para hacer el empate. Pero el Zarautz
quería dar guerra y se pusieron por delante otra vez. Luego llegó el momento
intenso del partido que se resolvió cuando Sánchez puso el definitivo 2-2.
EL GENIO DE LAS PIERNAS TORCIDAS
“Cuando él estaba allí, el campo de juego
era un picadero de circo, la pelota un bicho amaestrado, el partido, una
invitación a la fiesta. Garrincha no se dejaba sacar la pelota, niño
defendiendo su mascota, y la pelota y él cometían diabluras que mataban de risa
a la gente; él saltaba sobre ella, ella brincaba sobre él, ella se escondía, él
se escapaba, ella lo corría. Garrincha ejercía sus picardías de malandra a la
orilla de la cancha, sobre el borde derecho, lejos del centro; criado en los
suburbios, en los suburbios jugaba.”
Eduardo Galeano
Se cuenta que el dios Zeus cuando vio la fealdad de su hijo
Hefesto, lo arrojó del monte Olimpo, de la caída le quedó una cojera permanente.
Pero con el tiempo se erigió como el forjador de los objetos de los dioses,
armas, armaduras y demás. Así un dios imperfecto hizo de sus semejantes lo que
realmente son. Lo mismo le pasó a Garrincha, que hizo grande a Pelé y ahora
pocos recuerdan su legado.
Si hay una posición que me fascina, es la del extremo
clásico, ese espécimen en peligro de extinción que con su velocidad y regate
mortal levanta al público de sus asientos. Y nuestro protagonista fue el
prototipo ideal, la pesadilla de cualquier defensa. Manuel Francisco do Santos
nació en los suburbios de Río en 1933, aunque por el humor de sus hermanos se
le conocía con el sobrenombre de Garrincha, un feo y rápido pájaro tropical.
Pero en un primer momento nadie pensó que el pequeño Mané
pudiera siquiera caminar, la polio dejó secuelas importantes en su cuerpo,
columna desviada, piernas deformes y una pequeña deficiencia mental. Pero el
dios del fútbol tocó con su varita al chaval, ya empezó a jugar y quebrar
cinturas desde niño. Debutó en el primer equipo del Botofago en 1953, un año
antes del maracanazo.La seleçao pronto se fijó en él, los técnicos consideraban
que no era apto para relacionarse en el vestuario.
No obstante gracias a sus compañeros, fue al mundial del 54,
el equipo no funcionaba, la afición estaba triste. Al fin contra la URSS dos
jóvenes cambiaron el destino de la verdeamarela, el sobrio y talentoso Pelé y
el díscolo Garrincha, con ellos Brasil fue campeón. En 1962, O Rey se lesiono
en los primeros partidos de aquella copa del mundo, pero entonces la clase de
Mané hizo a su selección campeona y nombrado mejor jugador del torneo.
A nivel internacional el carácter educado y la profesionalidad
de Pelé, le alzó como figura mediatica.Garrincha era el alter ego, bromista y
despreocupado, no le importaba el resultado ni el rival, simplemente le gustaba
jugar y pasarlo bien. Además su lado oscuro no gustaba a los medios, su afición
al tabaco, al alcohol y las faldas no era buena influencia. Su carrera se apagó
con 29 años y el mundo se olvido del carioca.
Continuó por el mal camino, su mujer no podía con él, y su
cuerpo no aguantaba los escesos.En enero de 1983, con apenas 50 años la
cirrosis se lo llevó. Pero los aficionados brasileiros lo admiraban y miles de
personas lo despidieron. Había muerto solo, enfermo y pobre, pero los
aficionados añoraban las gambetas de Mané Garrincha, la alegría del pueblo.
AUPA UDA
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